agosto 03, 2015

Nada es trivial

Nada es trivial.

Mientras regreso a casa pasada la media noche, las avenidas, mojadas después de la lluvia vespertina y ausentes del pesado tráfico, además de llevarme a casa, me llevaron a recordar mi día domingo. Aunque a primera vista pareciera un día como cualquier otro, en realidad no puedo dejar de pensar que no puede ser trivial, y por ello intentaré pintarlo en unas cuantas frases, a manera de la fotografía del día.

Creo que todos debemos escribir, cuando el momento lo amerita. Cuando el recuerdo no quiere ser olvidado. Cuando la enseñanza solicita repasarse. Cuando la experiencia requiere ser documentada. Cuando la emoción pide ser fotografiada. Cuando la memoria advierte que necesita una copia de respaldo. Cuando la historia pide una migaja de rastro.
Cuando el corazón quiere. Cuando ama el alma. Cuando el espíritu necesita paz. Cuando la paz ha adquirido espíritu. Cuando nadie manda, mas que la libertad.

Levantarse un poco más tarde que entre semana, bañarse, llamar a la familia para compartir la semana, llamar a la pareja para planear el día, alcanzar a unos amigos a desayunar al restaurante cercano, o al menos al café porque ellos ya han acabado, volver a casa, ir a misa, ir al restaurant de comida prontamente porque hace mucha hambre, disfrutar la plática en pareja y amigos. Comprar una bebida tradicional local antes de tomar de nuevo el rumbo. Recoger algo para trabajar por la noche, ir a hacer las compras de imprescindibles al supermercado, preparar un café frío en casa, ayudar a cocinar la comida de la semana, platicar en pareja, jugar en el celular 5 minutos, acomodarnos para platicar un rato antes de abrir la laptop para adelantar un poco el trabajo. Lavarse la cara porque hace calor, encontrar la cama como un cómodo sillón para leer, comer las pocas galletas que no se acabaron el día anterior, vernos como pareja a la cara, y decirnos cómo y cuánto nos queremos. Reírnos de tonterías, y sin decirlo, agradecernos mutuamente la existencia con un abrazo, con unas miradas, con un ligero masaje en las manos, con una caricia en el cabello mientras el bochorno se va con la brisa que trae la lluvia ligera que ya hacía falta dejara de ser tan pesada como los días anteriores.

Bajar y subir con una botana más, decidir trabajar o estudiar una breve hora, prender la tele para buscar algún buen capítulo o serie para terminar el día. Tomar una siesta antes de dormir definitivamente. Terminar de ver una película pendiente. Darnos una bendición antes de dormir el resto de la noche...

¿Trivial? En lo absoluto... Encontré salud al iniciar el día, encontré amistad, encontré calles tranquilas, clima lo suficientemente caluroso para disfrutar unas bebidas y también en la medida precisa de frescura para leer y descansar, porque los espacios para reír, pensar, compartir y aprender aparecieron sin llegarlos a pedir. Encontré a mi pareja como la mejor compañía, para todas las tareas, para todas las libertades, para este día, y para todos los que vendrán. Porque descubrí, que en cada momento no descrito, mi paz, mi motivo, mi alegría han estado ahí.

Guadalajara y Zapopan, Jalisco.
Agosto 2015.