Hay personas difíciles de describir en toda su grandeza.
Uno podría empezar y demorar días o semanas tratando de describir cada acción suya que nos hace sentir bien. El mundo podrá ser un lugar oscuro y también claro, frío y caluroso, podrá o no, ser el lugar que queremos. Pero no importa cuándo, dónde o cuál sea la razón que nos pueda tener en un estado "no óptimo", lo cierto es, que hay personas que parecieran tener magia, que de alguna forma logran convertirnos y cambiarnos, a veces físicamente, llevándonos del un estado de congelamiento y derritiéndonos, hasta a veces evaporarnos y dejarnos volando entre nubes; a veces, químicamente, como si cambiaran la estructura de nuestros pensamientos, y a veces, de nuestra alma.
Sé que no todos podremos "coincidir", qué cosa tan difícil hacerlo en una realidad de millones de personas, de miles de ciudades, de miles de años... Pero esa misma dificultad, esas diferencias que se vuelven una particularidad, es la razón de estas palabras, tratar de describir esas personas únicas. Dejar un recuerdo, una pintura breve, el sonido de estas palabras repetidas en la voz alta (o sólo el susurro) que espera repetirse durante la lectura de esa persona que se siente "identificada" al leer estas letras.
Únicas y especiales. Para algunos de nosotros esas personas son nuestros padres, o quizá sólo nuestro padre, sólo nuestra madre, a veces nuestros hermanos. Pero suele suceder, que no siempre es alguien mayor, o ni si quiera tiene que ser alguien de la "familia", a veces nos dejan más eco las palabras de alguien más, como nuestros amigos, nuestras parejas, nuestros sobrinos, y no dudo que las palabras de nuestros hijos.
No sé qué se necesite para ser inolvidable, no creo que exista una receta. Quizá los momentos inolvidables no deban tener requisitos, sino tan sólo coincidan en la forma de presentarse, inesperada o sorpresivamente, de forma no planeada, y por ello nos dejan un mayor impacto, podrá ocurrir que haya algunas cosas negativas difíciles de olvidar, pero me parecen más inolvidables las positivas, porque nos dan un motivo más para vivir, para esforzarnos, porque día a día nos iluminan. Son esos momentos inolvidables, que cada quien tiene en su memoria los que se volverán anhelos diarios, porque una vez descubiertos, no querremos que se acaben. Quizá ser anhelado es otra característica, porque en esas ganas de tener, ganas de ser, nos vemos reflejados, y por lo tanto, entendidos, identificados.
La vida pasará, pero el recuerdo, el anhelo, ese, estoy seguro, es inmortal.
El futuro es incierto, pero no por ello es indeseable, al contrario, una vez descubierta o, (a veces) re descubierta una auténtica joya de persona, no querremos que se acabe su momento, sino que desearemos vivir cada nuevo momento dejando parte de esta grandeza reflejada en cada acto diario. Desearemos volvernos inolvidables a su lado. Desearemos ser tan inolvidables como lo son para nosotros. Quizá pudiera hablar de padres, hermanos, maestros, amigos, y no miento al mencionarlos, pero quizá busco sólo una bella analogía, para decir que nuestra pareja de vida será más que inolvidable, pues cómo olvidar esa base en la que nos sostenemos, ese lugar donde encajamos, donde sentimos pertenecer, de donde no queremos separarnos, donde podemos relajarnos, donde el esfuerzo no es una necesidad, sino un placer, donde ser nosotros mismos, es descubrir que somos más de lo que nosotros creemos.
Inolvidables palabras, voces, letras. Inolvidable presencia, y acaso será poco decir que: se volvería inolvidable (e intolerable) su ausencia...